Editorial

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miércoles, 6 de octubre de 2010

14. Pretextos e impuntualidad.

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De verdad que es muy cierto aquello de que desde que se inventaron los pretextos, nadie es culpable. En los trabajos, una asignatura que está recargada de pretextos, es la que tiene que ver con "la impuntualidad". Desde pretextos aceptables, hasta pretextos sumamente estúpidos. Lo más lamentable, es que se trata de una conducta muy común la llegada tarde al trabajo, y, de hecho, es causa de muchos despidos.
Conozco un caso real, de una chica cuyo lugar de residencia quedaba exactamente a 3 casas de su sitio de trabajo. Es de esas afortunadas que consigue un empleo tan cerca de su casa. Y siendo así, todo debería ser felicidad porque no tiene la preocupación de madrugar para tomar el bus o que le va a caer la lluvia. Pero insólito. ¡Todos los días llegaba tarde!, con un pretexto distinto, y para colmo de males, se enojaba si el supervisor le reclamaba. ¿Se imaginan el final?. No podía ser otro que el despido. Y se que les va a costar creer esa anécdota, pero de hecho, yo tampoco la creería si esa persona no hubiera sido mi compañera de trabajo: es decir, soy testigo presencial de semejante situación.
Esas son las cosas que Google o los libros de Administración jamás preveen que puedan ocurrir, y por eso uno de mis axiomas al escribir este blog, es recurrir a las experiencias cotidianas para soportar la argumentación de los temas expuestos. Porque el caso anterior es una actitud de grosera falta de vergüenza en una persona. Así que el llegar tarde al trabajo realmente es una falla que les anticipo, está vinculada a las causas más insólitas, y por supproductividad.jpg.www.trabajandofelices.blogspot.comuesto, a una evidente carencia de valor formativo, familiar y profesional. Lo malo, es que la consecuencia es la misma: una baja en la productividad, una baja en las ventas, una baja en la cartera de clientes, y todas están vinculadas, porque los clientes no se van a poner a esperar que un gerente se decida a resolver la enfermedad de los empleados impuntuales, porque sencillamente se mudan a las empresas de la voraz competencia donde no existen esos problemas. Razones más que suficientes para incluir este tema en mi blog, y para alertar sobre la importancia de tomar los correctivos pertinentes a tiempo.
Cierta vez un cocinero llegó con más de 1 hora de retraso al trabajo. Se pueden imaginar cómo estaba el jefe, por los apuros que estaba pasando para atender a la clientela, muchos de los cuales se retiraron con enfado y hablando mal del negocio. Cuando por fin llega el cocinero, la excusa fue que una protesta de los estudiantes, había provocado una fuerte congestión en el tráfico, que obligó a desviar la ruta del bus. Lo que el sujeto pasó por alto, es que ¡los liceos no dan clases los sábados!, y ante semejante descuido al momento de escoger su mentira, resultó despedido. Ese ejemplo muestra, que la categoría de pretextos y mentiras para justificar retrasos en el trabajo, cae a veces en el nivel de la misma estupidez, porque hay que ser muy estúpido para concebir la idea que un jefe se va a creer que un sábado se va a dar una protesta estudiantil.
Entoncescompromiso puntual.jpg.www.trabajandofelices.blogspot.com, la impuntualidad es primeramente un mal hábito. Diría que un pésimo hábito. Siendo muy probable que la raíz del mismo sea familiar. Lo digo porque cuando hay buen ejemplo familiar, es "muy difícil" que tal mal hábito acompañe a una persona (por supuesto con aquellos casos infaltables que rompen la excepción).
Mi mamá me dio muchos buenos ejemplos. Uno de ellos fue la puntualidad en el trabajo. Ella vivía en el norte de la ciudad, y su empleo estaba en el sur de la ciudad, que implicaba tener que abordar dos carros por puesto que tenían que recorrer una distancia muy considerable para llegar temprano al trabajo, lo cual hizo por ¡largos 18 años!. Ni la lluvia, le impedía violar esa norma de vida. Consecuencia: me inspiró a que ni la lluvia me frene para cumplir con mi función de relevo, dado que mi trabajo es por Guardias. Por ser jefe, es lo que me dicen cuando ven mi inquebrantable conducta de siempre llegar temprano; pero mi respuesta es otra.
En el fondo de mi ser, se albergan las respuestas que explican mi puntualidad. Son dos: Primeramente, sólidos valores familiares que se fundamentan en un valioso ejemplo de mi madre. Y, en segundo lugar, ¡vergüenza!. Así como lo oyen. Porque como se lo comento hoy día a mi madre: Todavía me da vergüenza, el sólo pensar en llegar tarde, y, le manifiesto que por compromiso con el ejemplo que ella me dio, no quiero perder esa vergüenza. Por tanto, es algo que está por encima del hecho de ser jefe de un personal que labora por Guardias. Y, gracias a Dios, por esos padres y esas madres que nos dejan ejemplos que nos inspiran y nos acompañarán por el resto de nuestras vidas.
No sé si la lluvia sea la causa No. 1 de impuntualidad; pero si les puedo asegurar que es la causa más recurrente que utilizan los impuntuales. Y, sólo les puedo decir, que cuando hay interés, cuando hay mística, cuando hay compromiso personal y laboral, esa causa deja de ser válida.
Mi hermano suele repetirle a sus hijos: si llegas tarde al trabajo, le estás indicando a tu jefe que eres prescindible, por tanto, uno de los principales hábitos positivos en el trabajo, es primeramente la puntualidad. Aplaudo a mi hermano por tan sabio consejo reflexivo. Y, quien quiera copiarse de ese consejo, les anticipo la buena noticia, que lo pueden hacer con toda confianza, porque mi hermano ni se molestará ni se sentirá plagiado. Gracias a mi hermano, por compartir conmigo y con ustedes, la sabiduría que le ha legado la vida: Nunca demostrarle al jefe que no le hacemos falta, porque al comprobar eso el jefe, nos despedirá.
Quiero incluir otra moraleja más. Es importante que un jefe sea flexible. Pero cuando esa flexibilidad se convierte en debilidad, degenera en abusos. Lo digo porque conozco el caso real de una jefe a la que nunca le falta un pretexto de su personal para justificar sus retrasos, y ella paciente y amorosamente los acepta sin tomar medidas. Consecuencia: retrasos a diario en muchos de sus empleados, y pretextos, ¡por montón!. Esto indica que no puede dejar de hacerse ejercicio de autoridad al momento de corregir situaciones irregulares en el trabajo, porque vienen luego los abusos.

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