Editorial

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sábado, 25 de junio de 2011

23. El precio a pagar.


Es muy común que muchos empresarios contraten personas vinculadas a sus años de vieja amistad, o por ligaduras consanguíneas (hermanos, tíos, sobrinos, etc). Esto representa un gesto caritativo, que en algunos casos resultan de gran beneficio para la empresa, porque tales empleados traen consigo además de lealtad y gratitud, otras condiciones importantes para la eficiencia de la empresa. Pero, existe la otra cara de la moneda, donde un compromiso fraternal puede afectar severamente las operaciones normales de tu empresa, y ni imaginas cuánto, ni el precio que debes pagar. Yo suelo graficar esos empleados inútiles con robots de cuerdas, que por carecer de la preparación requerida, tiene que el Jefe darles cuerda para que puedan funcionar, porque no lo pueden hacer por cuenta propia, debido a su incapacidad y falta de iniciativa.
Las empresas se fundan y prosperan, sobre la base del espíritu emprendedor de personas que no temen a los riesgos, y sobre la base de la experiencia que ellos traen. Esa experiencia a veces se traduce en adagios populares muy concretos y ciertos, como uno que escuché hace tiempo, que parafraseado diría más o menos así: "Los empleados ineficientes son el mejor aliado de nuestra competencia". ¿Cómo así?.
Pues resulta que esos empleados ineficientes representan un significativo costo para la empresa, no sólo en términos financieros, por el desperdicio irreparable de tiempo útil para la producción; sino también, por el efecto nocivo sobre la moral y la motivación del resto de los empleados, que ve injustificable tener que trabajar con compañeros ineficientes. Los empleados de una empresa son como una familia, que deben verse como equipo unido, compenetrados, y eso lo rompe, el que es ineficiente, lo cual de por sí ya te adelanta una de las monedas de ese alto costo que representan los ineficientes. Esa ineficiencia en la mayoría de las veces se sucede por la ocurrencia del "empleado caminante", que nunca está en su puesto, que es generador de ocio y chismes, que ni trabaja ni deja trabajar, y por tanto redunda en desmotivación e improductividad: y esto es más criticable, cuando ocurre a sabiendas y consentimiento de la gerencia, y peor aún, si ocurre el nefasto caso de que la persona titular de la gerencia es la que promueve los chismes, por no evitarlos o porque le gusta convivir con el chisme (estos casos ocurren, y con lamentable frecuencia).
Así como el precio a pagar en una empresa por tener contratados genios de la administración, es el tener permanentes procesos tecnológicos y administrativos de primera en permanente renovación; pues resulta, que como decíamos al comienzo, existe la otra cara de la moneda, que son los ineficientes, y el precio que pagamos por ellos es muy alto, y vale la pena reconsiderar si existen realmente causas valederas de fondo como para tenerlos en la empresa (la única razón valedera que yo mismo he apreciado, es que tales ineficientes sean los soplones o sapos de la gerencia).
Casi que puedo adivinar del lector la incredulidad a lo antes dicho, y la pregunta sería, ¿por qué tener empleados ineficientes contratados?. Lo primero que puedo responder, es que es REAL esa situación, y por esa paradójica condición de realidad irracional, es que publico este post. Eso puedes tener la plena seguridad que no lo vas a leer en ningún libro de Administración, pero, no te sorprenda si quien te dicta clases de Maestría de administración con planteamientos de no aceptar empleados ineficientes, sea el primero en tenerlos en su propia empresa. Los empleados ineficientes, entraban los procesos, haciéndolos lentos y confusos, porque al carecer del conocimiento requerido, su margen de errores es muy alto. ¿Quieres ejemplos?.
En un importante empresa que conozco, el empleado encargado de abrir la puerta en la mañana, siempre llega tarde, originando disgustos en los demás compañeros. Lo más insólito es que el dueño de la empresa, quien está al tanto de esa situación, y que lo permite con conocimiento de hechos (por supuesto, ese es su soplón), es Vicepresidente de la Cámara de empresas que agrupa su ramo económico (y con frecuencia es invitado a dictar charlas sobre eficiencia y productividad, acompañadas de acalorados aplausos). ¿Cómo llamar ese fenómeno?. ¿Ineficiencia elitesca?, y lo denomino así porque esos empleados (soplones) son mantenidos en empresas de importantes empresarios, que ocupan rangos Directivos importantes (la élite empresarial), y deja un sinsabor muy negativo el que con ese palmarés empresarial tenga que apoyarse en ineficientes soplones.
Lo otro que puedo agregar es que se trate de empleados que mantienen relaciones íntimas con el dueño, incluso, relaciones HOMOSEXUALES. Conocí un Office Boys que era el modelo del empleado ineficiente, a la vez que prepotente por su condición de preferido y defendido por el dueño de la empresa, simplemente porque era su querinovio, ¡así como lo oyen!. Así como ese caso, conocí una secretaria que devengaba del Director de una empresa del Sector Gubernamental un sueldo extra por elaborar los balances de la empresa, pero óigase bien, los balances los elaboraba otra persona y los firmaba ella como su autora, y la razón era para poder justificar el concepto presupuestario que soportaba ese gasto, en virtud de que esa secretaria (neófita en materia de administración) era la amante del Director. Por supuesto que también existen los casos de acoso o ventajismo sexual derivado de Jefes femeninas, que procuran forzar una relación amorososa con un empleado varón, apoyándose en su investidura directiva o supervisoria; y este tipo de favores sexuales entre féminas, también es visto en supervisoras que quieren forzar relaciones lésbicas con sus subalternas. Esta situación la he escuchado mucho con aprendices y pasantes que pasan por esos malos ratos. Quiero acotar que un supervisor(a), que abuse de su investidura, por muy capacitado o inteligente que sea, también es nocivo para la empresa, y el precio a pagar es tener procesos de trabajos stresados porque el supervisor quiere abusar sexualmente de sus subalternos; y otro precio a pagar es AHORRAR a la competencia horas de capacitación, ya que esos empleados o pasantes ya capacitados, huyen del acosador sexual y son absorbidos por la competencia. La ineficiencia ya no la transmite su incapacidad intelectual, sino su falta de solvencia ética.
Esos pecadillos ocultos no los mencionan los libros de administración. Ni se citan en las conferencias de Maestrías de Administración. Incluso en cursos de ética se hace Mutis a reconocer esa realidad, por supuesto, es muy probable que el expositor tenga "rabo de paja" como dicen en mi Maracaibo, es decir, incurre en esa misma falta (y quizás de manera peor y más bochornosa). Pero, quede claro que son harto comunes en la vida cotidiana, el conocer estos empleados que realmente son un costo improductivo para la empresa.
Una tercera razón, quizás más comprensible (pero igual injustificable porque representa costos), es la compasión. Es decir, tener empleados ineficientes porque se hicieron viejos en la empresa, y sin haberse actualizado tecnológicamente, no responden adecuadamente a los nuevos procesos tecnológicos, pero por lástima o hasta por respeto a sus años de servicio, no se prescinde del mismo. Quiero ejemplificar con una señora de servicio con 60 años de edad, cuyo trabajo era limpiar una oficina, pero al terminar su olor a sudor era tan fuerte, que posteriormente tenía que rehacer ese trabajo otra de las aseadoras, y la señora sexagenaria no era despedida por compasión, PERO el precio a pagar es el retrabajo y disgusto de la que repetía el trabajo, porque significaba desatender sus propias tareas para rehacer el trabajo mal realizado por la pobre señora de las 6 décadas.
Otra causa que he visto, y es la más desagradable es la causa Jurídica. Me explico con un ejemplo para ser más claro: Conozco un Gerente de Computación en una empresa Pública que tiene que aceptar en su plantilla de subalternos a un joven empleado sordomudo que carece de los conocimientos adecuados para laborar en ese departamento, pero fue asignado allí para cubrir el cupo que obliga la Ley respecto al número de personas discapacitadas que toda empresa debe contratar. El pobre siempre estaba triste frente a su laptop de trabajo, porque nadie le podía ayudar en sus constantes dudas, por desconocimiento del lenguaje de señas. Además: ese sordomudo no puede ser transferido porque se cumple otra circunstancia, que es el clientelismo político, que se explica en el hecho de que ese sordomudo tiene a su cargo importantes funciones operativas dentro del partido político que gobierna el país. Esto tiene un precio a pagar: muchos recursos de la empresa salen de la misma, para apoyar actividades proselitistas del partido de gobierno, quedando en la supervisión del sordomudo que eso se haga a la perfección.
El precio a pagar: los empleados que ven semejantes irregularidades, algunos se corrompen o se desmotivan, y otros sencillamente ponen su renuncia y buscan un mejor horizonte, quedando cada vez menos empleados productivos en dichas empresas, porque los que si podrían hacer bien el trabajo, o han renunciado, o los han despedido, por incluso tratar de hacer entrar en conciencia al Dueño de la empresa de lo irracional que es tener empleados ineficientes. Si hay entonces un alto precio a pagar por tener contratados a empleados ineficientes. ¿Puedes ahora entender por qué esos empleados ineficientes son los mejores aliados de nuestra competencia?.





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